jueves, 20 de diciembre de 2012

Teléfono público

Hoy olvidé mi celular. Fue un día ajetreado, ir a San José centro, tirarse varias presas, ir a hacer mandados navideños al Paseo de las Flores. Cuando iba de camino a heredia me percaté: había olvidado mi Iphone. o_O

No tenía Waze, ni Whatsapp, ni mensajes, ni cómo llamar. Después de los mandados iba para la casa de una amiga y no sabía bien la dirección. jaja por un momento pensé en devolverme a casa y no ir a Heredia. "¡Que estupidéz! pensé. ¿Cómo voy a dejar el plan del día solo por devolverme por ese aparato?"

Con lo que recordaba de la dirección traté de buscar la casa, el carro, o algo, pero nada. Fui preguntando y preguntando hasta encontrar un teléfono público. Antes había uno en cada esquina, y siempre estaban llenos de fila ¿recuerdan?

Limpié con mi manga el auricular. He perdido la costumbre de pegar la oreja a algo público que ha pegado con no se cuantas orejas, de tocar donde todo mundo toca. En esas épocas no había alcohol en gel, ni gripe AH1N1. El sueño de ver una llamada con imagen pasaba sólo en los Supersónicos.

Para agregarle más emoción a la noche he de aclarar que soy pésima, ...no mala, ¡no!, PÉSIMA recordando números, fechas, cumpleaños, aniversarios. Así que no es de extrañar que yo sólo me sepa dos números: mi número de celular y el número de mi casa. Así empezó el teléfono chocho:

-110. Ah no, que ahora es el 1110...
- Tuuu, tuuu,tuuuu. Está usted llamando a servicio 1110 del ICE, digite el número al que desea llamar por cobrar.
Marco.
- Diga su nombre después del tono.
Tal.
- Su llama ha sido aceptada. Hable por favor.

(JA, apuesto que si usted alguna vez llamo por cobrar recuerda hasta el tono de voz de la chavala jaja Me sorprendió que fuera la misma grabación.)

Fue todo un éxito que me atendieran en la casa. Me atendió mi prima. Ella buscó mi celu y llamó a mi amiga. Con los dos teléfonos en las orejas empezó a repetir recados y dar pelos y señales para darme la dirección. Este, oeste, doble , haga, gire. Definitivamente no es lo mismo que estar escuchando las instrucciones por celular mientras uno va manejando.

- Dice tu amiga que te va a esperar afuera.
- OK. ¡Gracias!, el número del teléfono es XXXX-XXXX por aquello. (Estaba escrito con marcador arriba del teléfono. Como en los viejos tiempos...)

Fue toda una odisea encontrar la casa. Hasta recibí una cátedra de un guarda de por dónde sale y se oculta el sol cuando le pregunté que si para ese lado era el Oeste.
Ya decidida a devolverme al teléfono público a llamar de nuevo, que por cierto estaba lejitos, comenzé a manejar y de pronto vi las carillas de mis amigas haciéndomes señales con los brazos.

Antes cuando usted decía que iba a llegar, llegaba. No esperaba una confirmación una hora antes. Cuando uno iba tarde era tarde, no ahora que desde el celu llaman para decirle que están atrasaditos pero que le den un toque, que ya casito llegan. ("Vengo por el aeropuerto" decía el Chino)

Debo de confesar que no me gusta mucho hablar por teléfono, y que la sonadera de los timbres y las alarmas me sacan un poco de quicio. En mi telfono el teclado no suena y suelo dejarlo en silencio y luego se me olvida devolverle el volumen. A veces mis amigos me regañan porque no contesto emails de inmediato, o respondo mensajes de texto horas después.

Otras veces por el contrario estoy conversando con alguien y viendo el teléfono mucho. O dibujando, o jugando, o viendo la agenda, o escribiendo en FB, o buscando una canción que me gustó, o escribiendo respuestas, o tomando fotos. A veces no me doy cuenta de lo irrespetuosa que me he vuelto por adicción a estar siempre conectada. Muy mal.

Necesito desconectarme más a menudo.


(Siempre es un gusto ver a estas amigas, que bueno es compartir porque se multiplican las alegrías y se dividen las tristezas. Las quiero mucho señoras y señoritas.)


domingo, 16 de diciembre de 2012

Rebelde y bello

Esta semana falleció mi Tió Vin. El hermano de mi abuelita. Siempre me saludaba con un "¡JAAAAAA!!!", un hombre increible.

Esto no lo escribí yo... Lo escribió mi prima Karyna.
Se fugó, como un espíritu libre en la mañana,
como un árbol que llega a su otoño.
Nos dejó en la expresión de sus líneas y manchas,
una marca de familia,
con ese espíritu rebelde y bello,
que no deja de sonreír.

Fugaz, como los colores de sus obras y trazos,
que el papel no supo capturar.
Se escapó entre las flores amarillas de mi recuerdo,
que no marchitan, solo florecen.

Como el humo que deja la vela de un niño en cumpleaños,
no puede esta vida, ni este tiempo detener lo que es eterno.
Porque su destino fue siempre ser libre y espontáneo, ser viento.

Con orgullo en la sangre de ser parte de tu descendencia,
No pudimos pretender que un alma libre, se enfrascara en un cuerpo tan pequeño.

Porque tal vez, tus hojas cayeron, pero tu tronco de roble fuerte y grande permanecerá,
con sus raíces en nuestra piel y huesos.
Siendo un árbol próspero en nuestras vidas,
así, como lo seguirás siendo.


Su partida nos dejará un vació, pero su ejemplo de vida es una huella eterna en nuestros corazoncitos.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Desorden

Siempre he sido desordenada. SIEMPRE. Desde que tengo uso de memoria recuerdo que me regañaban por no tender la cama, por no bañarme rápido en la mañana, por dejar la casa de las Barbies "armada" por días en mi cuarto, tener muchas revistas Tambor alrededor de la cama, perder los anteojos en un sin fin de oportunidades(que varias veces los encontré en el hocico del perro Lucky). Ser organizada nunca fue mi fuerte. Tampoco la puntualidad.

Creo que mi mente es organizada para unas cosas y para otras no. Soy muy mala calculando el tiempo pero disfruto acomodando mi caja de prismacolores de 100 en orden perfecto de color. No sé porque soy caótica. Simplemente lo soy.

Un día de estos descubrí algo. Casi no estoy en mi casa, y cuando estoy no quiero gastar el tiempo ordenando, sino en solo disfrutar estar en mi casa tranquila y feliz. Luego lo de tranquila y feliz no funciona porque mi cuarto y mi taller se autodeclaran a gritos inhabitables. jaja esto definitivamente no es bueno para mi autoestima.

Es cuestión de disciplina. De crear el hábito de ordenar al menos 20 minutos al día. De poner "cada cosa en su lugar". Eso desde un principio es un reto. Mi cabeza no encuentra el lugar de cada cosa desde un principio. Mi mente es solo ordenada por colores e imágenes.

Duro hoooooras tratando de ordenar. También me cuesta botar cosas viejas. Cartas, dibujos, diarios libros, hasta cassettes. Cuando estoy ordenando me desmoralizo. Duro horas y no veo avances. Sigue siendo la Ley de la Conservación de la Basura: ensuciar una cosa para poder limpiar otra. Es simplemente frustrante.

Cuando repartieron la habilidad de ordenar y la capacidad de controlar el tiempo yo llegué tarde.



martes, 4 de diciembre de 2012

Mandinga

Siempre he sido desordenada. SIEMPRE. Desde que tengo uso de memoria recuerdo que me regañaban por no tender la cama, por no bañarme rápido en la mañana, por dejar la casa de las Barbies "armada" por días en mi cuarto, tener muchas revistas Tambor alrededor de la cama, perder los anteojos en un sin fin de oportunidades (que varias veces los encontré en el hocico del perro Lucky). Ser organizada nunca fue mi fuerte. Tampoco la puntualidad.

Creo que mi mente es organizada para unas cosas y para otras no. Soy muy mala calculando el tiempo. Pésima. Y hablo demasiado además.

Cuando repartieron la habilidad de ordenar y la capacidad de controlar el tiempo yo llegué tarde.

"El que no tiene minga tiene mandinga."